martes, 29 de enero de 2013

Día de la Paz

               Como cada año celebraremos el Día de la Paz. Como si fuera el único día del año que aún se nos permite hablar de valor tan importante. No obstante, y siguiendo unas extrañas normas político-gramaticales podremos decir “Sí a la paz”, y evitar cualquiera otra forma sintáctica que pudiera resultar sospechosa de qué sé yo.

               Los colegios e institutos se llenarán de palomas blancas, de manos blancas, de fotografías de Gandhi y Rigoberta Menchú. Y haremos buenos propósitos de llevarnos bien, de no enfadarnos con los compañeros, de hacer el “paripé” y creer que todo funciona bien; es decir, de una forma políticamente correcta.

               En el otro extremo del mundo, se estará librando una guerra absurda de la que no conviene hablar. Igualmente, en decenas de países se estarán librando numerosos conflictos, que dejaron de ser noticia hace mucho tiempo. Porque lo que realmente interesa a quienes no aprendieron a disfrutar de su vida, es ocupar sus largos ocios en alcahuetear en la vida de los demás. Y claro, los medios también están sujetos al mercado; y el poderoso caballero de la oferta y la demanda dicta qué es y qué no es importante a los ojos del consumidor.

               Este maquillaje de la realidad se ha convertido en algo habitual, incluso necesario. Teníamos  pocas vendas, que además nos imponen otras que impidan ver tantos y tantos desaguisados sociales, porque la felicidad debe encumbrarse en la ignorancia, según los nuevos modos de esta sociedad.

               Lavaremos nuestras conciencias en fecha tan señalada, como tenemos la ocasión de hacerlo cuando por ley se celebra el Día de los Derechos Humanos, tan venidos a menos, o el Día de la Música, tan aparcada en los planes de estudio. Pero habremos, en fin, sufrido la falsa catarsis que permite recordar durante un día y olvidar durante un año. Nos acercaremos a los medios para rescatar datos que justifiquen esta celebración, como si el mundo hubiera caído por arte de magia, en esta fecha, en una hecatombe. Pero, esas imágenes pasarán al olvido, como si el resto del año no existieran. Y celebraremos el que solo un día el mundo esté tan mal.

               Según un informe de la ONU aportado por Routers: "Una niña que nazca hoy en Japón tiene una expectativa de vida de 85 años, mientras que otra nacida en Sierra Leona, seguramente, no sobrevivirá más allá de los 36 años". Otro estudio que aparece en la revista “Atapuerca” señala que: “Los grupos humanos del Pleistoceno no superaban los 50 años”.  Pues bien, en tanto algunas regiones mundiales se mantienen en la Prehistoria, otras continúan en su particular evolución, o mejor involución, hacia una Prehistoria donde las mentes no alcanzan más allá del mando de la televisión, la pantalla del móvil o el cronómetro del microondas.

               A pesar de todo, y más en medio de esta estafa mal llamada “crisis”, se nos intenta convencer de que todo son espejismos, que la realidad es otra, que verdaderamente el mundo está en paz, que las guerras son necesarias y las hamburguesas simbolizan el alto nivel de vida que nos asiste. Las mentiras se suceden, eso sí, pagadas por nosotros mismos con ese diezmo que, mal que nos pese, ya se pagaba en la sociedad egipcia, más tarde en nuestro pasado feudal y hoy, en otros términos, en el actual sistema político llamado democrático.

               Sobrevolarán las palomas blancas sobre nuestras conciencias y quedaremos liberados. Brindaremos con cava y los ojos cerrados, para no tener que mirar los ojos de aquellos que no pueden brindar, y cuya liberación suele estar ligada a la amputación de sus miembros o a su propia muerte. Extraña paradoja a celebrar el Día de la Paz.

               Observamos impasibles esa sucesión de estrategias encaminadas a encumbrar unas culturas sobre otras. Los analistas militares hablarán sobre las formas más inteligentes de matar. Y en ello, implicados niños y adolescentes que nunca comprenderán el porqué de empuñar un arma.

               Quizá las palabras de Kofi. A. Annan sean buen consejo: “usemos estas 24 horas –este breve período que esperamos sea relativamente tranquilo— para empezar un diálogo pacífico, que debería continuar en la Asamblea General, para promover un consenso global acerca de las amenazas dominantes a la paz y la seguridad en nuestro tiempo –y más que todo, que hacer frente a ellas.”

               Pintémonos las manos de blanco, vuelen las palomas blancas, pero no intentemos desfigurar un mundo ya de por sí demacrado por la violencia, por las diferencias, por la injusticia. Hagamos patente esta realidad no hoy, sino día a día mientras haya una sola persona en el mundo empuñando un arma. No es día para eufemismos, sino para entresacar las palabras reales, duras y ciertas, los datos y la información a partir de los cuales podamos tomar verdadera conciencia de la situación mundial, y con esa referencia  intentar, como Baden Powell, dejar un mundo más justo y más habitable que el que hemos recibido..
              
Hoy,  como Martin Luther King aquel 28 de agosto de 1963, yo también tengo un sueño.
               
                                                                                                       Javier Sánchez Sánchez

domingo, 27 de enero de 2013

Jesús de las Heras

Fontiveros cada vez "suena" más gracias a los, cada vez más numerosos, embajadores que tenemos. Si hace apenas dos días contábamos con Mario Gonzalo dando a conocer nuestro cocido sanajuanigo, ahora nos desayunamos con este jovencito que ya está haciendo de las suyas en el difícil mundo del motociclismo. Tenemos que ser agradecidos con tantos fontivereños que, más alla de nuestro término municipal, están haciendo una importante labor en campos como la ciencia, la técnica, el deporte..., la cultura en general. Aprovechar este tirón es una importante tarea que no debemos dejar pasar.

(Nos ha llegado a tavés de Facebook esta imagen que intuímos que es de "Diario de Ávila").

jueves, 24 de enero de 2013

Cocido sanjuaniego

Así, casi sin proponérselo, Mario Gonzalo se convertirá- si es que no lo  era ya - en embajador de Fontiveros en toda España. Su fotografía "Cocido sanjuaniego" ha sido premiada por la Consejería de Cultura y Turismo de la Junta de Castilla y León, quien presentó esta convocatoria en colaboración con la ONCE.
Además de los premios que recibirá por su trabajo, Mario Gonzalo verá su obra en uno de los cupones de la ONCE del mes de abril, con la repercusión que esto tendrá para nuestro pueblo.
Gracias desde este humilde blog al autor por recoger un trocito de nuestras más arraigadas tradiciones y hacerlo llegar a todos los españoles.
Y lo mejor de todo, cualquiera que vea esta imagen comprenderá que



 ¡¡¡El "Cocido sanjuaniego" está para comérselo!!!

Gracias, Mario.

La noticia:

http://avilared.com/not/3430/cocido_sanjuaniego__del_plato_al_cupon_de_la_once/

http://www.diariodeavila.es/NoticiasFicha.aspx?id=Z152129AD-ADF9-6FF7-DD75B710D91CE0AC&v=noticia%2FZ152129AD-ADF9-6FF7-DD75B710D91CE0AC%2F20130123&fb_action_ids=568289569866441&fb_action_types=og.likes&fb_source=other_multiline&action_object_map={%22568289569866441%22%3A118454114996995}&action_type_map={%22568289569866441%22%3A%22og.likes%22}&action_ref_map=[]

Mario Gonzalo en Radio Adaja:

http://www.radioadaja.es/fonoteca/2013-01-24/entrevista-a-mario-gonzalo-cachero%2c-con-motivo-del-premio-que-recibe-por-su-cocido-sanjuaniego

martes, 15 de enero de 2013

Las maletas

- Las maletas están vacías- dijo.
- Claro, vamos a una playa nudista.

sábado, 12 de enero de 2013

San Antón

El día 17 de enero se celebra San Antón. Es la fiesta de "Los Quintos", es decir, de los mozos que entraban en quinta (sorteo para acudir al servicio militar).
La fiesta comienza a partir de la Festividad de los Reyes. Los quintos, durante once días recorren las calles del pueblo haciéndose ver y oír, antes con cantos y rondas y ahora con petardos y cohetes que llenan de ruido y olor a pólvora el pueblo. Aprovechan también para celebrar cenas de amistad en las que hablan de lo divino y de lo humano pero, sobre todo, de la preparación de la Fiesta de San Antón.
La fiesta comienza con un acto religioso presidido por la imagen de San Antón que los mozos sacarán en procesión. Pasacalles y gaitillas amenizan estos actos mañaneros. Al acabar, los quintos ofrecen un convite a todos los fontivereños.
La jornada de tarde es profana y muy vistosa. Hace años se "corrían los gallos". Los gallos eran colgados muertos y boca abajo de una cuerda, siendo tarea de los quintos el arrancarle la cabeza a base de sucesivos estiramientos. Esta costumbre dió paso a otra más vistosa: "correr las cintas". Situadas dentro en una caja, las cintas de variados colores cuelgan de una cuerda que cruza de lado a lado la calle, quedando una anilla colgando. Los quintos, a caballo o en burro, tratan de coger con un punzón una de esas cintas. Cuando alguno lo consigue, todos los quintos le siguen hasta su casa. Allí entregará la cinta a su madre, hermana o novia, y a cambio le imponen una banda previamente bordada por las MM. Carmelitas del convento de clausura. También les entregan un puro con una funda bordada también por la monjas.
Finalmente, se "corre el bollo" y se acaba con un baile.
 
«
San Antón, santo francés,
santo que no bebe vino,
lo que tiene a sus pies
es un cochino

«Por San Antón
la gallina pon,
y para las Candelas
las malas y las buenas»

sábado, 5 de enero de 2013

Noche de Reyes

Aquella noche intenté no dormirme como habíamos pactado en la pandilla. Desde mi camita trataba de adivinar alguna luz tras la rendija de la persiana. Trataba por todos los medios de no contar ovejas para estar despierto cuando llegasen. No pudo ser. Eso sí, al día siguiente mis hermanos y yo nos levantamos en estampida para ver los regalos: muñecas, peonzas, algunos indios y sus respectivos federales,...no había para mucho más y tampoco lo esperábamos.
Pasamos el día entero jugando con los amigos; entonces podías estar en medio de la calle sin miedo a los coches. Cuando ya se hacía de noche, Santi, uno de mis amigos de la infancia, se me acercó y me dijo:
- Ya lo sé.
- ¿Qué sabes?- pregunté sorprendido.
- Ya sé quiénes son los Reyes.
- ¿Ah, sí?
- Sí -confirmó muy seguro-, esta noche aguanté un buen rato sin dormir y vi a mis padres envolviendo los regalos.
- Fue la primera gran desilusión de mi vida.
Debo decir que ese año se me hizo muy largo, pues estaba seguro que la próxima noche de Reyes, si era necesario, la pasaría en vela.
Cuando llegó, enseguida me hice el dormido. Al cabo de una hora oí algunos ruidos de papeles y cajas. Sin duda eran ellos. Abrí la puerta con cuidado, con pisada de gato avancé por el pasillo y, efectivamente, allí estaban.
Santi no me había dicho la verdad: los Reyes eran los padres, sí; pero no los suyos, sino los míos.

jueves, 3 de enero de 2013

El gourmet del bufete



Anselmo era el gourmet del bufete. Repasaba las leyes una y otra vez, las mimaba, las paladeaba, las sabía de memoria. El juzgado olía a pintura rancia; los muros se habían retocado recientemente y sufrían, cómo no, los efectos de la crisis.
Mientras el juez interrogaba a los niños, el acusado, nervioso, miraba la cenefa gris que coronaba la sala intentando evadirse del momento. En un descuido utilizó la bocamanga izquierda para limpiarse el sudor. Entonces, Anselmo hurgó en su maletín hasta encontrar, en un revoltijo de cachivaches, aquello que obligaría a confesar al delincuente.
El abogado miró fijamente al juez, mostró el objeto y sentenció:
-        Presentaremos apelación y esta será nuestra prueba.
La marca de la cuerda en la peonza evidenciaba que nunca había girado en sentido contrario a las agujas del reloj. Eran las 12 en punto.

martes, 1 de enero de 2013

Horizonte

Año nuevo

            Se despiertan las primeras horas del nuevo año a los acordes del concierto evocador de los Valses y la Marcha Radeski de Strauss. El acento acompasado con que nace cada nuevo año viene a significar la cadencia del tiempo, el ritmo interno de las cosas y la armonía que preside la vida. La simpatía que desprenden los directores de orquesta en tan singular acontecimiento es una invitación a compartir la magia universal de la música y su poder de convocatoria más allá de fronteras y culturas.

            El arco de los violines se desplaza, este año, por la geografía musical austriaca, yendo y viniendo de Strauss a Mozart, en el ensimismamiento de una Viena llena de gloria por su pasado y su presente de corazón de la música, al aire de la batuta de Franz Welser-Möst y sobre las ingrávidas imágenes de bailarines que dibujan virtuosas siluetas en el cielo vienés.

            Este encantamiento, gracias a la música, abre caminos en el lodo de la historia y abre mentes a la luz de la cultura que es una, por más que nos empeñemos en aislar, - -es decir, hacer islas-,  para acoger cada una de las expresiones diferentes de lo que es único y común, herencia de un mismo tronco que florece en cada una de sus ramas y son un todo. Así, en este afán de acomodar, de integrar la pluralidad de civilizaciones, nace en el tiempo un sinnúmero de manifestaciones que vienen a moldear, cada una en su lenguaje, la misma obra erigida en el carcavón de la historia y revelada en la tradición secular.

            El Olentzero, que nace en el sincretismo de la tradición cristiana y la mitología vasca, incorpora elementos de la Navidad y de los Reyes Magos. Entre jocoso y honorable, baja del monte al pueblo con regalos para los niños. Carochos, tafarrones y zangarrones, escondidos tras sus caretas ancestrales, cada primero de enero recorren las calles de Riofrío de Aliste y Montamarta, en el entorno de la sierra zamorana de La Culebra, representando la lucha entre el bien y el mal. Mascaradas, en su origen, parejas a esas del Tras Os Montes portugués. El arrastre de latas en Algeciras nace con la intención de ahuyentar al gigante Botafuegos que intentaba despistar a los Magos de Oriente. El tió catalán es un tronco hueco de árbol cubierto por una manta que, tras picarlo con palos, deja escapar pequeños regalos y dulces.

            En Holanda es tradición lanzarse al mar helado el primer día del año. En Escocia, en la fiesta de Hogmanay, que deriva de los antiguos rituales que celebraban el solsticio de invierno, se visitan y hacen regalos como carbón para el fuego o un buen whisky. En Venezuela cogen un puñado de lentejas y las tienen en la mano durante la llegada del nuevo año. También toman las uvas. En Puerto Rico se tira agua a la calle como símbolo de desprendimiento de todo lo negativo.

            Una amalgama de tradiciones religiosas y profanas solapadas, y mostradas desde el lenguaje propio de cada pueblo. Cada una rememorando su propio pasado, y todas llamando a un futuro común donde puedan convivir en sus enriquecedoras diferencias y en su misma intención de comunicar la paz entre todos.

            Desde la Puerta del Sol a las remotas tradiciones huilliches, el nuevo año nos ofrece la posibilidad de acercarnos a compartir la dicha de ser diferentes. Porque la diferencia puede ser separadora para quienes la ceguera no les permite atisbar al otro como prójimo, que es lo mismo que próximo, y también puede ser enriquecedora para quienes, con otra amplitud de miras, son capaces de ver al ser humano más allá de tópicos y absurdas referencias culturales tergiversadas.

            La Tierra viene rotando más rápidamente de lo previsto y andamos tan ocupados "de mi corazón a mis asuntos", decía Machado, que no tenemos tiempo de pararnos a pensar en las cosas importantes. Personalmente, embebido en los acordes de "El Danubio Azul", quiero aprovechar para desearles Feliz Año Nuevo.   
Javier Sánchez Sánchez 
Diario de Ávila 31.12.2012D