Venida es la poesía. Bendita es la poesía que mana en la hondura del ser. En voz profunda ha venido a gritar su ira a la cuna del más grande de los poetas, en siete voces que se multiplican para cantar y contar
“estos días azules y este sol de la infancia”.
A favor de UNICEF, el Grupo de Poetas y Rapsodas “Los Caballeros” ha recreado en un alarde de oficio la bella escena de canto y llanto vertebrada en torno a la infancia e inundando de versos el Espacio “San Juan de la Cruz-Llama de Amor viva".
“Margarita, está linda la mar…”. Abre la tarde, tras las notas de una canción de cuna, el poeta nicaragüense con este vocativo a su musa Margarita Debayle. De fondo el realismo de los grandes óleos de nuestro arte: de Murillo a Picasso, de Velázquez a Sorolla. Y el blanco y negro impactante de imágenes que hablan de pasado hecho presente cuando no hemos superado tragedias que parecen pertenecer al pretérito imperfecto.
Poesía libre de lírica, por paradójico que parezca; poesía desnuda de artificios que suena, resuena, en siete voces que impregnan el “Espacio” de roncas imágenes que manan de cada verso, de cada sílaba. Evocan incesantemente a Fray Juan:
¿Adónde te escondiste,
Amado, y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste,
habiéndome herido;
salí tras ti, clamando, y eras ido.
Claman, llaman incesantemente a la conciencia en medio de un mundo en el que la infancia está desprotegida, indefensa, desamparada. La ternura de la voz modulada pudiera resultar engañosa; se requiere, por tanto, un proceso de abstracción al que ayudan sobremanera las imágenes que, no siendo necesarias, son de un gran acierto para facilitar esta exégesis.
“Un tarde parda y fría de invierno.” Machado, que sintió el dolor más hondo, el del amor quebrado por la fatalidad, se asoma desde sus poemas aparentemente inofensivos. Suena Serrat y vuelve el poeta sevillano: “Era un niño que soñaba un caballo de cartón”. Y así hasta el último sueño, con la duda de si despertaría o no. Es el Machado sentenciado al exilio llevando en su bolsillo los versos que encabezan el recital.
Lorca, en su “Romancero gitano”, nos trae al niño que huye de los gitanos y quiere que la luna le lleve con ella, la luna madre y la luna muerte, simbolismo casi indescifrable de quien fue perseguido también hasta la muerte injusta, violenta, a manos del absolutismo y la represión. Otra vez nos recuerda a Fray Juan inconformista, asumiendo todas las humillaciones pero con la mirada fija en el horizonte y aún más allá: el vuelo alto.
con su polisón de nardos.
El niño la mira mira.
El niño la está mirando.
En el aire conmovido
mueve la luna sus brazos
y enseña, lúbrica y pura,
sus senos de duro estaño.
Huye luna, luna, luna.
Si vinieran los gitanos,
harían con tu corazón
collares y anillos blancos.
Y Alberti, y Mistral, y los romances anónimos. Y Miguel Hernández, el pastor que quiso ser poeta, aprendió, mientras pastaban sus cabras, a jugar con las palabras. Y solo por eso fue condenado. Y desde su condena lloró estas “Nanas de la cebolla”.
La cebolla es escarcha
cerrada y pobre:
escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla:
hielo negro y escarcha
grande y redonda.
cerrada y pobre:
escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla:
hielo negro y escarcha
grande y redonda.
En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar,
cebolla y hambre.
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar,
cebolla y hambre.
Fotos-denuncia: maltrato, niños de la guerra, explotación infantil…El cante hondo, la tristeza del tango, fusión y mestizaje de músicas que armonizan de forma sublime con el mensaje del verso.
“La del alba sería cuando Don Quijote…” No podía faltar la referencia a la más grande obra en lengua castellana.
De manos de Rubén Darío y de los mismos versos que iniciaron la velada, (“Margarita, está linda la mar”), las voces de los siete Caballeros dan paso al silencio y a los acordes de “Chiquitita” de Abba.
Todo un acierto este mensaje envuelto en halo sanjuanista y con destino a Unicef, desde la obra de los más grandes de nuestra literatura.
Intervinieron "Los Caballeros":
José María Lara Sanz
Mariano García Pásaro
Alfonso Hernández
Zenón García Alonso
Carmelo Izquierdo García
Nemesio Pariente "Martillito"
Luis Curiel Poblador
¡GRACIAS!
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