Hoy se rememora la entrada triunfal de Jesús, como Mesías, en Jerusalén de acuerdo al relato de los cuatro evangelios canónicos. Así comienza la Semana Santa; semana de Pasión que culminará el Domingo de Resurrección.
Este hecho se celebra en España con manifestaciones de reconocida raigambre y diversidad de ritos.
Como elemento común, la procesión de las palmas recorre nuestra geografía de norte a sur; si bien cada ciudad, cada pueblo, añade algo de su particular liturgia en tan singular celebración.
En Elche, las trenzadoras elaboran auténtica obras de arte, improvisando figuras imposibles con las palmas que previamente han sido privadas del sol. De este modo, cubiertas con una caperuza elaborada a tal fin, se impide que realice la función clorofílica y pierda su color verde, tomando el característico color blanco-amarillo.
En Castilla la procesión se acompaña con ramos de laurel. Para comprender su sentido tenemos que remontarnos a la antigua Grecia.
El dios Apolo se enamora de Dafne a quien persigue por las montañas. En el momento de alcanzarla, Dafne suplica a su padre, Peneo, que la trasforme para escapar del dios, quien la convierte en laurel. Apolo, desconsolado, tomó el laurel como su árbol sagrado y, cortando algunas ramas, se hizo una corona. Así, esta planta se utilizó para conmemorar victorias y enaltecer a los héroes.
Actualmente, dentro del mundo militar, existe la “Cruz Laureada de San Fernando” como la más alta distinción en acciones de guerra.
Volviendo a la mitología; las leyendas narran cómo Zeus mató de un rayo a Asclepio, que era hijo de Apolo, por resucitar a los muertos. Apolo, en venganza mató con sus flechas a los Cíclopes, forjadores del rayo. Ahora comprendemos por qué nuestras abuelas nos daban el ramo de laurel para ponerlo a la entrada de la casa y, de este modo, además de protegernos contra todo tipo de maleficios, nos ponían a salvo de tormentas.
Y, por supuesto, para aderezar los más variados guisos.
Algunos ramos se reservan para ser quemados. Las cenizas resultantes de la pira se impondrán a los fieles el próximo Miércoles de Ceniza, cuando de nuevo vuelva la Cuaresma, para recordarles que apenas hay un paso de la gloria al dolor de la muerte.
“Pulvis eris et in pulverem reverteris”.
El refranero, puñetero para mi buen amigo Juan Jesús Villaverde, nos recuerda que: “Quien no estrena en Domingo de Ramos no tiene ni pies ni manos”, o “Si no estrenas en Domingo de Ramos se te caen las manos”. No hemos encontrado una explicación fundada de este dicho. Hay quien señala que fue ese día cuando Jesús se despojó de su condición de hijo de Dios para ser juzgado por los hombres. Así se entendería que debemos desprendernos de lo viejo y estrenar ropa nueva. Lo que nadie esperaba es que en estos tiempos, por mucho que sea primavera en el Corte Inglés, tengamos el ánimo como para despojarnos de nada y, menos aún, para estrenar si quiera unos calcetines a cuadros.
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