Duermes, Ávila, entre almenas
tantos siglos, que no años,
para forjar en silencio
el silencio de tu canto;
con notas de alegría,
con acordes de pasión,
con la pluma de tus santos
y el latir de un corazón.
Un boceto sólo queda
de tus sueños, y tus manos
son dos pliegos en el tiempo
detenido, amurallado.
Acoge el último aliento
del aire que fue besando
de tu rostro tus mejillas,
de tu cuerpo cada trazo.
Y en la tarde que sombría
está llegando al ocaso,
extiende tu canto al mundo
y al infinito tus brazos
para talar cada instante
de amarguras y de llanto
y florezcan los pendones
con el pueblo castellano.
Por eso, Ávila, te digo:
"Despierta de tu quimera
que contigo se levanta
la Castilla comunera".
Javier S. Sánchez. Valladolid, 1982.
"Ávila en la literatura". B. Hernández Alegre, 1984
tantos siglos, que no años,
para forjar en silencio
el silencio de tu canto;
con notas de alegría,
con acordes de pasión,
con la pluma de tus santos
y el latir de un corazón.
Un boceto sólo queda
de tus sueños, y tus manos
son dos pliegos en el tiempo
detenido, amurallado.
Acoge el último aliento
del aire que fue besando
de tu rostro tus mejillas,
de tu cuerpo cada trazo.
Y en la tarde que sombría
está llegando al ocaso,
extiende tu canto al mundo
y al infinito tus brazos
para talar cada instante
de amarguras y de llanto
y florezcan los pendones
con el pueblo castellano.
Por eso, Ávila, te digo:
"Despierta de tu quimera
que contigo se levanta
la Castilla comunera".
Javier S. Sánchez. Valladolid, 1982.
"Ávila en la literatura". B. Hernández Alegre, 1984
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