El declive empieza sobre el año 90, justo cuando Fontiveros- si se hubiese organizado un poco-, debería haber despegado. El punto clave era 1991- Centenario de San Juan-, pero no se gestionó adecuadamente. Pudieron más los intereses políticos, - como casi siempre-, que el futuro del pueblo. Por entonces, en ese momento sí, se debería haber construído el Centro San Juan de la Cruz, edificio que a día de hoy no tiene ningún sentido. Y si lo tiene, nadie lo ha explicado. El día 14 de Diciembre se inauguraba y, como sospechábamos- ahí están las hemerotecas-, el día 15 se cerraba nuevamente.
Un pueblo no se hace con obras de ladrillo, sino alimentando en la población las posibilidades de crear algo nuevo: un negocio, alternativas de ocio, etc, pero con apoyo de las instituciones que no han dudado en gastar millonadas en obras ridículas que hoy están llenas de humedades y telarañas.
Y otro aspecto, quizá más importante, es el factor humano. Se debió haber aprovechado la inquietud de tanta gente que tenía ganas de hacer algo en Fontiveros. En esa fecha había en Fontiveros hasta ocho asociaciones. ¿Cuántas quedan? Alguien tiene que explicar a los políticos que las cosas no se hacen con dinero, sino con imaginación. Y de eso carece la mayoría.
Fontiveros hoy es "mucho" para cuatro incondicionales que se conforman con mantener una rutina, coletazos de lo que pudo ser y no fue, y su mal entendida devoción a San Juan, figura que parecen desconocer. Al menos, en nada se corresponde su actitud con lo que el Santo "predicaba". También habría que rescatar la auténtica figura de San Juan, que no es la que está metida en las hornacinas, ni mucho menos. Aunque a muchos les salgan los colores.
Y no hay más, no nos engañemos. Lo que se intuye en muchos comentarios es cierta intranquilidad, pero no será posible salir de este decaimiento con unas cuantas obras de caridad, que sí aportan votos pero no ofrecen nada interesante al pueblo. Lo que sucede en Fontiveros no puede ser decidido fuera del pueblo, sino por los propios fontivereños. Tenemos muchas "armas" para defender lo nuestro, pero siempre hemos mirado a Ávila - a veces ni eso -, para hacer las cosas. Y en algún momento, podríamos haber puesto condiciones a esas "generosas" Administraciones para hacerlas; haber destinado tantos fondos derrochados a lo que de verdad hubiera dado alas al pueblo.
Alabo las iniciativas particulares e institucionales, las mejoras en algunas instalaciones (como la piscina), el buen hacer en las fiestas de agosto,...Todo eso está muy bien, pero siempre hemos considerado que Fontiveros no es un pueblo más de La Moraña. Fontiveros tiene una historia y unos recursos histórico-artísticos que deben ser aireados con más eficacia. Es triste ojear guías de viaje donde no aparece el pueblo; ni en rutas de tanto calado como "No te pases siete pueblos", y otras gastronómicas.
Por tanto, hay que lidiar con lo que hay (no con lo que no hay). Fontiveros es un pueblo morañego de menos de 900 habitantes, con una población cada vez más envejecida, con escasas posibilidades de trabajo, sin iniciativas de cara al futuro y con un Centro que se presenta como punto de inflexión para cambiar el panorama. El problema es que no sabemos cuál es la estrategia para cambiarlo ni las posibilidades de ese Centro. Si se gestiona adecuadamente y hay demanda, puede producirse cierto resurgimiento; nada para tirar cohetes, no nos engañemos. Y si no se hace (ahí están otras faraónicas obras), seguiremos este goteo de abandono por parte de los jóvenes (que son los que merecen todo el apoyo)...Y, en ese caso, el último que apague la luz.
Un pueblo no se hace con obras de ladrillo, sino alimentando en la población las posibilidades de crear algo nuevo: un negocio, alternativas de ocio, etc, pero con apoyo de las instituciones que no han dudado en gastar millonadas en obras ridículas que hoy están llenas de humedades y telarañas.
Y otro aspecto, quizá más importante, es el factor humano. Se debió haber aprovechado la inquietud de tanta gente que tenía ganas de hacer algo en Fontiveros. En esa fecha había en Fontiveros hasta ocho asociaciones. ¿Cuántas quedan? Alguien tiene que explicar a los políticos que las cosas no se hacen con dinero, sino con imaginación. Y de eso carece la mayoría.
Fontiveros hoy es "mucho" para cuatro incondicionales que se conforman con mantener una rutina, coletazos de lo que pudo ser y no fue, y su mal entendida devoción a San Juan, figura que parecen desconocer. Al menos, en nada se corresponde su actitud con lo que el Santo "predicaba". También habría que rescatar la auténtica figura de San Juan, que no es la que está metida en las hornacinas, ni mucho menos. Aunque a muchos les salgan los colores.
Y no hay más, no nos engañemos. Lo que se intuye en muchos comentarios es cierta intranquilidad, pero no será posible salir de este decaimiento con unas cuantas obras de caridad, que sí aportan votos pero no ofrecen nada interesante al pueblo. Lo que sucede en Fontiveros no puede ser decidido fuera del pueblo, sino por los propios fontivereños. Tenemos muchas "armas" para defender lo nuestro, pero siempre hemos mirado a Ávila - a veces ni eso -, para hacer las cosas. Y en algún momento, podríamos haber puesto condiciones a esas "generosas" Administraciones para hacerlas; haber destinado tantos fondos derrochados a lo que de verdad hubiera dado alas al pueblo.
Alabo las iniciativas particulares e institucionales, las mejoras en algunas instalaciones (como la piscina), el buen hacer en las fiestas de agosto,...Todo eso está muy bien, pero siempre hemos considerado que Fontiveros no es un pueblo más de La Moraña. Fontiveros tiene una historia y unos recursos histórico-artísticos que deben ser aireados con más eficacia. Es triste ojear guías de viaje donde no aparece el pueblo; ni en rutas de tanto calado como "No te pases siete pueblos", y otras gastronómicas.
Por tanto, hay que lidiar con lo que hay (no con lo que no hay). Fontiveros es un pueblo morañego de menos de 900 habitantes, con una población cada vez más envejecida, con escasas posibilidades de trabajo, sin iniciativas de cara al futuro y con un Centro que se presenta como punto de inflexión para cambiar el panorama. El problema es que no sabemos cuál es la estrategia para cambiarlo ni las posibilidades de ese Centro. Si se gestiona adecuadamente y hay demanda, puede producirse cierto resurgimiento; nada para tirar cohetes, no nos engañemos. Y si no se hace (ahí están otras faraónicas obras), seguiremos este goteo de abandono por parte de los jóvenes (que son los que merecen todo el apoyo)...Y, en ese caso, el último que apague la luz.
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